Miércoles 2 de octubre, La Humildad como puerta de la grandeza. Lucas 18, 1-5. 10


La buena noticia

Lucas 18, 1-5. 10

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?"
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo''.

 

“Experimentamos la grandeza en el reino de dios cultivando la mirada humilde. Si miras a otro desde arriba, que sólo sea para levantarlo porque se ha caído. Cuando des hazlo mirando a los ojos, da con humildad, pues tú transitoriamente estás en el lugar del que da. Cuando recibes hazlo con gratitud sin inferiorizarte. Pues la vida fluye en un dar y recibir, y todos somos interdependemos en un ecosistema que nos posibilita seguir vivos.”

 


Espiritualidad

La Humildad como puerta de la grandeza

La grandeza en el Reino de los Cielos se encuentra en la humildad, representada por la figura del niño. Los discípulos, en su afán por comprender los misterios del reino, preguntan quién es el más grande. Jesús, con su sabiduría, les responde con un ejemplo que subvierte las expectativas.

La pequeñez: Jesús utiliza la imagen del niño para ilustrar la humildad. Los niños, en su inocencia y dependencia, encarnan la humildad de manera natural. No se preocupan por el poder, la posición o el reconocimiento social. Son sencillos, confiados y receptivos. Al invitar a sus discípulos a hacerse como niños, Jesús los está llamando a despojarse de su orgullo y ambición, y a adoptar una actitud de servicio y humildad.

Recibir a los niños como recibir a Cristo: Jesús establece una conexión profunda entre recibir a un niño y recibirlo a Él mismo. Al cuidar y proteger a los más pequeños, estamos sirviendo a Cristo. Esta enseñanza nos recuerda que cada persona, especialmente los más vulnerables, merece nuestro respeto y cuidado. Despreciar a un vulnerable es, por tanto, un acto de desprecio hacia Cristo mismo.

La protección divina: La última frase del pasaje es una poderosa afirmación de la protección divina que rodea a los pequeños. Los ángeles de los niños ven continuamente el rostro de Dios, lo que sugiere que Dios tiene un cuidado especial por ellos. Esta enseñanza nos invita a valorar y proteger a todos los niños, reconociendo la presencia de Dios en cada uno de ellos.

Para tener en cuenta:

- La humildad es el cimiento sobre el cual se construye la vida cristiana. Al cultivar la humildad, nos acercamos más a Dios y a nuestros hermanos y hermanas.

- Servir a los demás, especialmente a los más necesitados, es una expresión de nuestra fe.

- La responsabilidad de proteger y cuidar a los pequeños, creando un ambiente seguro y amoroso para su desarrollo.

- La comunidad cristiana es un lugar donde podemos crecer en humildad y servir a los demás.

Mirando la vida diaria:

- ¿Cómo puedo cultivar la humildad en mi vida diaria?

- ¿De qué maneras puedo servir a los niños y a los más vulnerables?

- ¿Cómo puedo crear un ambiente más acogedor y solidario en mi comunidad?

Al abrazar la humildad y el servicio, podemos experimentar la verdadera felicidad de los ambientes de cuidado y crecimiento.

 

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