Martes 13 de agosto. Nuestra forma de relacionarnos. Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

 

La buena noticia

Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?”
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños’’.

Psicología y fe

Nuestra forma de relacionarnos

El Reino de los cielos tiene un rey que no nos ve como súbditos, sino como hijos. En este reino ¿qué es lo importante, quien es el más grande?

Jesús nos invita a revolucionar nuestra forma de relacionarnos. Al llamar a un niño y colocarlo como ejemplo, nos muestra que la grandeza en el Reino de los Cielos no radica en el poder o el estatus, sino en la humildad y el servicio. Al recibir a un niño, estamos recibiendo a Cristo mismo.

Cuidado amoroso. Está en crecimiento.

Esta enseñanza nos desafía a ver más allá de las apariencias y a reconocer el valor y dignidad de cada persona, sin importar su edad, posición social o logros. El cuidado por los más pequeños es un reflejo del amor de Dios, que busca y rescata a cada uno de sus hijos perdidos. Todos somos valiosos a los ojos de Dios y que nuestra misión es cuidar y proteger a los más vulnerables.

Para tener en cuenta:

La humildad como virtud: Jesús nos enseña que la verdadera grandeza se encuentra en la humildad y el servicio, no en la ostentación o el poder.

El valor de cada persona: Todos somos hijos de Dios y, por lo tanto, tenemos un valor incalculable. No somos súbditos sino príncipes.

La importancia de cuidar a los más vulnerables: Al cuidar de los niños, estamos siguiendo el ejemplo de Jesús y reflejando el amor del Padre.

La búsqueda activa de los perdidos: Dios nos busca a cada uno, y nosotros debemos hacer lo mismo con nuestros hermanos y hermanas.

Este pasaje nos invita a revisar nuestras propias actitudes y a preguntarnos si estamos viendo a los demás del mismo modo que Dios.

Lic. Raúl Manuel Nieto, psicólogo,
 Reg, Prof 6506 Py,
 Ha cursado licenciatura en Teología Pastoral en la UCA (argentina)
 Terapia (presencial o virtual), talleres, charlas: raulnietopsi@gmail.com
Instagram: @raulnietopy


Psicología

Armonizando las relaciones con los demás

La forma en que nos relacionamos con los demás se ve profundamente influenciada por las cualidades que valoramos y consideramos importantes en ellos.

Nuestra percepción de los demás actúa como un filtro que coloreamos nuestras relaciones. Si valoramos la inteligencia, buscaremos conexiones intelectuales. Si priorizamos la empatía, nos sentiremos más atraídos por personas comprensivas.

Mirando con perspectiva

Para relacionarnos de manera más armónica, es bueno ampliar nuestra perspectiva. En lugar de centrarnos en un solo aspecto, debemos cultivar la capacidad de apreciar la diversidad de cualidades humanas. Reconocer y valorar la individualidad de cada persona, más allá de nuestras propias expectativas, nos permite construir relaciones más auténticas y enriquecedoras. Además, practicar la escucha activa y mostrar genuino interés por las experiencias y perspectivas de los demás fomenta la confianza y el entendimiento mutuo.

Mejorar nuestras habilidades de comunicación:

Es la mejor inversión en nuestras relaciones fraternas. Algunas estrategias prácticas incluyen:

- Practicar la escucha activa, es decir, prestar atención e interés a lo que el otro dice sin interrumpir y reformulando sus ideas para asegurarnos de entender;

- expresar nuestros pensamientos y sentimientos de manera clara y asertiva, evitando acusaciones y utilizando el mensaje "yo" para expresar nuestras necesidades;

- validar los sentimientos del otro, reconociendo y legitimando sus emociones; y

- buscar puntos en común, centrándonos en lo que nos une en lugar de en nuestras diferencias.

- La empatía y la paciencia son fundamentales en cualquier interacción, ya que nos permiten conectar con los demás a un nivel más profundo.

Para tener en cuenta:

La escucha activa: Un componente básico para una comunicación efectiva.

La comunicación asertiva: Expresar nuestras necesidades sin herir a los demás.

La validación de los sentimientos: Reconocer y legitimar las emociones del otro.

La búsqueda de puntos en común: Fortalecer los vínculos y resolver conflictos.

La empatía y la paciencia: Cualidades clave para una comunicación exitosa.

Recuerda:

Revisa tu percepción: tus creencias sobre lo que es valioso influyen en cómo te relacionas.

Amplía la perspectiva: Valora la diversidad humana eso fomenta relaciones de aprendizaje. Como una orquesta con variedad de instrumentos fomenta la armonía de sonidos.

Escucha y participa: Presta atención a los demás y muestra interés, eso fortalece tus vínculos.

Respeta turnos, valora los silencios para apreciar las palabras.

 Lic. Raúl Manuel Nieto, psicólogo,
 Terapia (presencial o virtual), talleres, charlas: raulnietopsi@gmail.com



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Armonizando nuestras relaciones

La forma en que nos conectamos con otros depende de lo que valoramos en ellos. Para mejorar nuestras relaciones, es esencial ampliar nuestra perspectiva y apreciar la diversidad humana. La comunicación efectiva es clave, y podemos lograrla a través de la escucha activa, la expresión respetuosa, la validación de los sentimientos y la búsqueda de puntos en común. La empatía y la paciencia son fundamentales para construir conexiones más estables.

Estrategias para una mejor comunicación:

- Escucha activa: Presta atención e interés a lo que el otro dice.

- Asertividad: Expresa tus pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa.

- Validación: Reconoce y refleja las emociones de los demás.

- Búsqueda de puntos en común: Enfócate en lo que les une.

- Empatía y paciencia: Conecta con los demás a un nivel más profundo.

Recuerda:

- Revisa tu percepción: Tus creencias y prejuicios influyen en cómo te relacionas.

- Amplía tu perspectiva: Valora la diversidad humana como una buena orquesta.

- Escucha y participa: Muestra interés en los demás. Haz turnos para hablar y escuchar.

Practicando estas habilidades, puedes construir conexiones más armoniosas y satisfactorias.

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