Martes 9 de julio. Cultivado la compasión. Aprendizaje con Jesús. Mateo 9:32-38
Mateo 9, 32-38
En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo,
que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La
multitud, maravillada, decía: "Nunca se había visto nada semejante en
Israel". Pero los fariseos decían: "Expulsa a los demonios por
autoridad del príncipe de los demonios".
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas,
predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver
a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y
desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La
cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de
la mies que envíe trabajadores a sus campos".
Martes 9 de julio. Cultivado la compasión Aprendizaje con Jesús. Mateo 9:32-38
En este episodio de hoy, exploramos el concepto de la compasión, tomando como base el texto de Mateo 9:32-38. Nada de lo humano le es ajeno a Dios, porque Dios se hizo hombre, no teoría, vida humana. En este relato, Jesús demuestra su profunda compasión por todos y cada uno de los que lo rodean, describiéndolos como "extenuados y desamparados, como ovejas sin pastor". Admiramos las características de la compasión de Jesús y cómo podemos cultivarla en nuestras propias vidas.
¿Qué es la compasión?
La compasión se define como la capacidad de comprender y solidarizarse con el sufrimiento de los demás. Es una conexión con la vulnerabilidad del otro, consciente de la propia. Es el reconocimiento de las propias fortalezas para ayudar al que sufre. Es una motivación profunda que nos impulsa a estar al servicio de aquellos que lo necesitan. La compasión no es sentir pena por los demás, es conmoverse entrañablemente, es comprender la dignidad del otro, reconocer sus fortalezas, y también implica tomar acciones para aliviar su sufrimiento.
Algunas características de la compasión de Jesús:
La Biblia hebrea utiliza la palabra “rachán”, que significa “útero”. El término «compasión» tiene la misma raíz que la palabra “útero”, entrañas. En Isaías 49:15-23 “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes.” Así se describe el amor de Dios. Un amor del que podemos participar.
Se Puede contar con todos los elementos técnicos y teóricos de última generación, pero si no se tiene un corazón compasivo, no se tiene nada.
En el texto, podemos observar varias características de la compasión de Jesús:
Sensibilidad: Jesús era sensible al sufrimiento de los demás. No solo lo consideraba intelectualmente, sino que se conmovía profundamente.
Comprensión: Jesús comprendía las necesidades y dificultades de las personas. No las veía como víctimas, sino que también reconocía su humanidad, su potencial y su grandeza.
Acción: Jesús no se limitaba a sentir a conmoverse, al drama sentimental, sino que actuaba para aliviar el sufrimiento de los demás. Sanaba a los enfermos, enseñaba a los ignorantes y alimentaba a los hambrientos.
¿Cómo podemos cultivar la compasión?
La compasión es una fortaleza que podemos cultivar en nuestras propias vidas. Aquí hay algunos consejos:
Desarrollar la empatía: Es importante ser capaz de ponernos en el lugar de los demás y comprender sus sentimientos. Esto implica escuchar atentamente, observar con atención y tratar de entender sus experiencias.
Practicar la atención al presente: La atención nos ayuda a enfocarnos en el presente y ser más conscientes de los sentimientos y necesidades de los demás, mientras ocurren. No es un comentario lastimero de lo que ocurrió ayer.
Involucrarse en el servicio a los demás: Ayudar a aquellos que lo necesitan es una excelente manera de cultivar la compasión. Esto puede incluir voluntariado, o simplemente ofrecer ayuda a un amigo, vecino o familiar que lo necesite.
La compasión es una fortaleza esencial que nos permite conectar con los demás de manera profunda y significativa, es la fuente del crecimiento espiritual. Al cultivar la compasión en nuestras vidas, podemos contribuir a crear un mundo más humano, y reconociendo lo sagrado en la vida de cada uno.
Lic. Raúl Manuel Nieto, psicólogo,
Reg, Prof 6506 Py,
Ha cursado licenciatura en Teología Pastoral en la UCA (argentina)
Terapia (presencial o virtual), talleres, charlas: raulnietopsi@gmail.com
Instagram: @raulnietopy

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